Qué miércoles.

MurciVenganza ~toma II


Se preguntarán ¿qué es esto?
Bueno es otra de mis verborragias, esta vez provocada por la invasión de un intruso, camuflado de negro. Por segunda vez, en caso que tengan ganas de leer la primera, busquen la entrada Del baúl de los recuerdos...
Invasión que sobrevivió a las 12 primeras horas del día 9 de marzo, generó cierta miseria histérica. La cual comenzó al finalizar el día 8. Iba a ver qué podía comer, y me percaté que había tres cositas negras sobre mi mesada. ¡No puede ser! Intenté imaginar que eran insulsos bichitos de la noche, atraídos por el calor de la luz. Me acercó a inspeccionar, y nop, no lo eran. —¡Ay no! La mierdita de esos bichos del orto, otra vez. Intentando no alterarme pienso que capaz anduvo pululando y quiso entrar, pero huyó. Retiró las cosas y pasé a limpiar absolutamente todo. Y seguí, como siguen las cosas que no tienen mucho sentido...
En este caso, sin haber picoteado nada. Al rato, cuando me iba a dormir fui a buscar un vasito de agua, y se me ocurrió mover la cortina. ¡Para qué! Ahí estaba él, agazapado tras los pliegues que se forman en las cortinas. El muy chingado se sujetaba como una vil garrapata. La histeria comenzaba a bailar su baile preferido. ¡Maldita sea! ¿Qué carajo se hace cuando la mayoría de los mortales (que viven cerca del depto), se encuentran durmiendo? Tirar lavandina en la mesada, un poco del raid mata hormigas, tuitear mi indignación y mandar MD a la otra parte de este blog, la jefa. Mi Dior... la calma lejos de asomar. Cositas que dijo:
—"Es la bativenganza". 

—"Ascooooo cuidado que es súper tóxico". 
¡WTF! Me explica qué era lo tóxico, larga un gif y sale hablando del tráiler de la nueva temporada de Game of Thrones, 1:20 am y cada quien seguía hablando de sus dilemas, ¡qué dupla! Y el murciélago que decide decir estoy vivo, empezó a chillar. Le preguntó qué hago y la piba me dice:
—"Tengo resaca literaria". 

<<"Corre en círculos". 
A lo que le respondo:
—Tengo un problema mayor. 
Y ella tan divinamente me manda emojis y un gif... seguía sufriendo por GOT, y yo por el chillido que cada vez era más intenso. Ni el sonido de la radio lograba mitigarlo. Y en esa dale que va, empiezo a preguntarle sobre la serie. (La quedé en el capítulo 4). Palabras van, palabras vienen y largo un: —Loca, decime qué hago, no seas rocha. (Qué locura linda). Alguna que otra pseudo solución me da (jajaja) y copia lo que dice Mr. Goo con un: —Me cago por la información que hay en la web.
Mi histeria iba en alza, quería mandar a la Conchinchina a todos (inmobiliaria, dueña del depto, administrador del edificio, Antonito el gasista...). Mientras tanto, Ivs seguía tirando info. de la web, y yo comentándole que la reseña de Martina seguía recibiendo visitas. Un gran nada qué ver. Y en eso llega:
—Estoy intentando escribir la reseña de la trilogía Grisha y tiene tantas palabra raras y rusas, que me traba.
—¿Sale glosario? Podrías escribir sobre eso... sobre como la rareza y la histeria de la paparruchera trataban el fluir de tu derrape. Jajaja. 
A todo, volví a la cocina, intenté abrir un poco la ventanita para que escape, así no me tenía que hacer problema a la mañana... (¡Ilusa, espera sentanda!). Cada cosa que iba haciendo se la contaba a Ivs, ¿en busca de apoyo logístico? Capaz.

Ruidos van, ruidos vienen y la histeria se entretiene. No voy a citar el resto de la conversación, porque fue gran delirio. Decidí irme a dormir, con los auriculares como acompañantes. La mañana traería la solución.



La mañana llegó y sin la solución. El bicho seguía como pancho por su casa. ¿No sé qué esperaba? ¿Que los duendes lo hicieran desaparecer?
Entré a llamar a la inmobiliaria, nada. A R, nada. Respondo unos cosillas en nuestra la fanpage de Las Derrapadoras (¡pueden seguirnos!). Hasta que por ahí suena el teléfono, era R. Le cuento la historia del murciélago y la segunda invasión. Hablamos de posibles soluciones. Corté. Llamé a mi vecino, nada. Sigo con la inmobiliaria. Atienden, expliqué lo que me estaba pasando. Corté. Llamé al trabajo, ayer había olvidado el cable de USB, pedí que lo guarden. En eso (ni sé cómo llegué) relato la historia, y me dicen: —Nena, qué haces ahí. ¿Querés que te mandé al chico de la corbota? (Es decir, contador). Tampoco la pavada... Vuelvo a llamar a R (sí, la histeria me hace ser mega pesada), le cuento las últimas novedades: El de la inmobiliaria iba a mandar a un a alguien tipo 18:30 hs. al depto, antes imposible, pero iba a intentar ubicar a Antonio para que venga (a la mañana) a ver el temita. Pidé disculpas por "colgarse" y no solucionar antes las cosas. 
Demasiado buena soy, podría haber mandado carta documento, hacer quilombo. Pero nada de eso). Palabras van, palabras vienen, y le digo: —¿Te animas a sacarlo vos? Después de decirlo, pensé ay, qué locura. La muy valiente dice: —Agarro todo y voy. Mientras tanto anda llamando a zoonosis y preguntás qué haces. Hace 4 meses también fue una de las afortunadas que contó con la invasión de los bichos negros, pero en su caso fue en su living y dos. El hermano fue su salvador. Su histeria se encuentra mucho más controlada. Colgué, y entré a llamar a los números de zoonosis. ¡Unos genios, nunca atendieron! 
   
Media hora después suena el timbre. La solución llegó, con su bolsa de compras, que contenía guantes y bolsa de consorcio. Hablamos, explicó la situación actual, muestró la foto de la zona, y manos a la obra. Plan inicial: atraparlo en la bolsa y liberarlo. #Mmm. La muy valiente me dice: —O te quedas adentro de la cocina o cerra la puerta. Unos minutos después, el plan se modificó. Complicado de realizar. El chingado, más agarrado a la cortina no podía encontrarse. La operación se pasó a denominar: Tirar la cortina con murciélago vivo, y besitos en la frente (dado que Zoonosis nunca me respondió. Ni loca, ebria y borracha me iba a quedar con el bicho en el depto). Demoramos unos minutos ultimando los detalles y la posición que debía ocupar cada una. Me subí a un cajón para retirar el caño de la cortina, y la valiente hace zas zas... bicho encerrado. OOOOooh la histeria comenzaba a retroceder. Activé la cámara, hago unas fotitos. ¡Hay que retratar el momento, vió! Busqué la cinta de papel y le escribí: ¡Murciélago vivo! R se preparó para retomar su rutina, yo para limpiar y desinfectar toda la cocina. ¡Qué miércoles! 
 

Conclusiones: 
1. ¿Hay algo que las mujeres no podamos hacer? Es cuestión de probar. Capaz me animé si tengo una próxima invasión.
2. No dejes para mañana lo que podías hacer ayer. Sí, modifiqué la frase. Hace tiempo que el problema de los murciélagos tendría que haber estado resuelto. Me fui quedando en los laureles.
3. Zoonosis, gracias por atender los teléfonos. Por si no detectaron hay ironía en esa frase.
4. Es un tedio tener que desinfectar absolutamente todo.
5. Ahora soy team Superman.

GRACIAS por llegar al final de la verborragia. Disculpen las incoherencias. Al no tener el cable no puedo adjuntar las fotos. Usen su imaginación hasta que puedas agregarlas. Tengan un buen miércoles.  


3 Comentarios

  1. Mientras estaba terminando mi hora de almuerzo, estaba en el balcon de la cocina, reviso el face, y encuentro que ya hiciste la verborragia magica, por lo que me predisposiciono a leer, resultando en que termine estallada de la risa, intentando imaginar cada situación.
    Creo que no hay nada mejor para un miercoles gris que leerte!

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    1. Ah, me haces sonrrojar... GRACIAS por leer. ¿Se entendió algo? Traté que quedé lo más coherente posible, pero... nO hice relectura exhaustiva, solo una por arriba y le di publicar para que no pierda el sentido de la espontaneidad.
      Ahora yo te imagino a vos estallando en risas, y la gente a tu alrededor observando la situación. ¡Cuánta locura junta! Con esas risas quemaste un par de calorías y le generaste otros beneficios a tu cuerpo. #MásRisasPorFavor

      En un rato voy a incorporar las fotos al relato.

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  2. Jajajajajajajaja me matas!!!! La única vez que vi uno, fue en casa de mi hermanastra, y le di tanto con la escoba que no sobrevivió.
    El relato quedo súper coherente y muy divertido!

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