Día 54


Día 54
Lamento si mi egoísmo de viernes ofende a alguien, ponele.
Rarísimo, todo.
Harta de la situación.
A media mañana, salí al patio, miré al cielo y sentí era prisionera.
Quiero disponer de mi libertad.
Fui al super, siempre me faltan cinco para el peso.
Llegué y no me dejaron avanzar.
Me preguntan por mi barbijo.
Excuse me?



Season 2 What GIF by The Marvelous Mrs. Maisel - Find & Share on GIPHYGuatafac.
¿De qué habla?
Suspiros.
Desde el lunes era obligatorio, dónde mierda vivo.
Me dieron uno para colocarme.
Avance un par de góndolas con él en mi mano, puteando al subnormal que dio origen a esta mierda y toda la humanidad.
Hasta que vi a una señora y le pedí ayuda para colocarmelo.
Ella accedió muy amablemente, lo tocó con sus manos contaminadas.
Miraba y pensaba: Hoy te importa tres huevos todo, ¿no cierto?
SÍ.
Continué comprando, éramos muchos.
Muchos.
Parecía un día normal.
Lástima por la bosta de los barbijos, para todos los gustos; desde los pedorros como tenía yo hasta los más intervenidos. Ah, y por el aumento garrafal de precios. Viva la patria.
Sorpresa (para mí) al ver las góndolas que habían estado cerradas por 40 días (más o menos).
Aproveché y agarré unas cositas que me hacían falta.
Hago fila para pagar, se me da por ver el chango y casi infarto.
Cómo llevó todo y cuánto dolerá esta compra.
A la tercer bolsa me preocupé.
Pensé. ¿Se habrá acreditado la transferencia? No traje la billetera, maldición. 
Le digo al cajero, más mi preocupación de cómo llevar las bolsas, y vemos en la pantalla FONDOS INSUFICIENTES.
Sé la energía que deseas atraer. No escuchas a tu inconsciente cuando te pidió que mirarás el homebanking, optaste por salir al mundo.
Tenía dos opciones: comprar por monto menor o  volver al depto y buscar efectivo.
Volví a las puteadas.
Mientras agarraba efectivo y otra bolsa, pedí ayuda para acarrear.
Cuando llegamos había una cola interminable para entrar, casi a la del sábado.
Me coloqué el barbijo.
Avancé.
Le indiqué a la persona de seguridad porque entraba sin respetar dicha cola.
Recuperó mi chango, estaba en la otra punta.
Hacemos fila para pagar.
Guardamos todo un poco mejor.
Pagué.
Arriba las manos.
Esperé el cambio y escuché al cajero contarme sobre los billetes falsos y los de sin numeración.
Volvemos.
Reímos.
Contamos anécdotas.
Hasta que zas.
Se rompe la manija de la bolsa que tenía los huevos.
Madre de Dior, lo que faltaba.
Una buena, todos sanitos.
Reímos.
Ahora.
La dicha de desinfectar.
No de nuevo decía.
Se me da por ver la hora, casi las 16hs.
Cataratas de puteadas, mientras lavaba producto por producto y respondía un mensaje de mi compa del vecindario.
Quería venir a estudiar a casa.
Yo ni ganas, pero sabía que está medio bajón.
Venite, pero nada de boludear.
Llegó y yo seguía desinfectando.
Nos reímos con mi stand up intitulado harta de esta mierda.
Terminé.
Armé el mate y nos pusimos a leer.
Repasamos temas del parcial, tres horas fructíferas.
Hice videollamada a casa, nos extrañamos.
Picoteé algo.
Y otro día que me da fiaca escribir todo.
Me acostumbré y no está gustándome, no sé cuánto más aguantaré.
La cuarentena se extiende hasta el 24 de mayo.
Paciencia.
Antes del chau. Veo cosas que no tengo que ver.
AMO QUE NOS TOMEN COMO FUENTE DE INSPIRACIÓN, ¿no cierto, Mabel?
Por las barbas mágicas, remojen las neuronas.

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